Planteamiento
El planeta se está calentando, y lo está haciendo como consecuencia de la emisión antropogénica de gases de efecto invernadero (GEI). A priori se desconoce si estas emisiones decrecerán, se mantendrán o, por el contrario, aumentarán en el futuro. Por esta razón los científicos estudiosos del cambio climático establecen escenarios alternativos de futuras emisiones de GEI, y estudian con modelos climáticos de alta complejidad las consecuencias que se derivan. Los resultados obtenidos de estos modelos son las proyecciones climáticas.
En este artículo vamos a mirar hacia el futuro de Panamá, hasta el año 2100, a través de una proyección climática.
Las proyecciones climáticas son inciertas (Cambio climático: certezas, incertidumbres y desafíos), y deben considerarse más bien como un “qué pasaría si…”, proporcionándonos validez y visión, aunque esta sea desenfocada. La proyección climática que se analiza aquí fue publicada por el Climate Service Center Germany (GERICS), una organización think-tank creada por el Gobierno de la República Federal de Alemania para la investigación del cambio climático. En The Weather Partner América hemos tratado esta proyección y la hemos particularizado para Panamá y sus zonas hidroclimáticas (ver Figura 1).
En este estudio climático se consideran y analizan dos escenarios de emisión de GEI alternativos y extremos: uno optimista llamado RCP2.6[1], en el que las emisiones de GEI se mantienen en unos niveles “bajos”, y el otro pesimista, llamado RCP8.5, en el que las emisiones aumentan a unos valores no vistos todavía pero a los que se puede llegar en el futuro si no se toman medidas de control y regulación.
El estudio de estos dos casos situados en extremos opuestos nos permite establecer un abanico de posibles situaciones futuras.
Centramos aquí nuestra atención en dos magnitudes fundamentales: la temperatura y la precipitación[2].
Temperatura
La variable analizada es la temperatura máxima diaria. En la figura 2 se representa la evolución desde el año 2024 hasta el 2100 del promedio anual de la temperatura máxima diaria. En azul se representa el escenario RCP2.6 (optimista), y en rojo el RCP8.5 (pesimista).
En el escenario de altas emisiones la temperatura crece a un ritmo estimado de 1.6 ºC cada 30 años[3], lo que nos sitúa en un aumento de unos 4 ºC para el año 2100.
En el escenario de emisiones contenidas el valor de la temperatura permanece esencialmente constante, igual al actual. Considerando que el escenario pesimista es un escenario posible este ritmo de crecimiento nos alerta de un posible futuro muy alarmante.
Particularizando por regiones climáticas (ver la figura 3) se reproduce el mismo abanico de posibilidades entre los dos escenarios, con un incremento de la temperatura generalizado, pero ligeramente desigual. La región con el mayor aumento de temperatura es el Pacífico Occidental, con 1.7ºC en 30 años y el menor se produciría en el Caribe Occidental, con 1.3ºC en 30 años.
Precipitación
La variable analizada es la precipitación anual, es decir, la precipitación acumulada durante un año. En la figura 4 se representa la variación de esta magnitud a partir del año 2024 y hasta el 2100. En azul se representa el escenario RCP2.6 (optimista), y en rojo el RCP8.5 (pesimista).
En el escenario optimista la precipitación se mantiene más o menos igual a lo largo de todo el siglo XXI, pero en el escenario pesimista hay una marcada tendencia decreciente, de aproximadamente –250 l/m2 cada 30 años, lo que nos lleva a una disminución de más de 600 l/m2 anuales para final de siglo.
El descenso de precipitación que anticipa el modelo para el escenario pesimista es desigual entre las diferentes regiones climáticas, ver figura 5, siendo más acusado en el Pacífico Occidental (-400 l/m2 cada 30 años), y menor en el Pacífico Oriental y el Arco Seco (-140 l/m2 cada 30 años).
Aunque no sea el objetivo de este artículo alertamos de las profundas implicaciones que tendrían tales disminuciones de precipitación para el futuro del país.
En este artículo se aborda el primer y obligado apartado, para seguir profundizando en el cambio climático de Panamá de las próximas décadas. Se ha analizado una proyección en particular, pero hay más, y se crearán nuevas, tanto globales como locales.
Queda mucho camino por recorrer. Se debe avanzar primeramente en calidad, haciendo modelos cada vez más exactos y comprensivos de todos los fenómenos físicos que integran la evolución del clima.
En segundo lugar, y no menos importante, en cantidad: cuantos más estudios se hagan sobre esta zona mejor será nuestra comprensión y capacidad de exploración de posibles futuros.
Otra dimensión de avance es el incremento de la resolución espacial, imprescindible para obtener proyecciones climáticas locales, y para nutrir los modelos con orografía y fisiografía de mayor nivel de detalle.
Y por último el incremento de la resolución temporal, que posibilite ir más allá de promedios anuales para poder descubrir impactos a nivel estacional e incluso mensual.
Todos estos avances, y los nuevos datasets que se irán generando, deben ser procesados por especialistas, e integrados en sistemas de información útiles que permitan conocer cada vez mejor el cambio climático que se avecina en Panamá, para desarrollar planes de resiliencia en los sectores socioeconómicos que pueden verse afectados.
Líneas de Futuro
En este artículo se aborda el primer y obligado apartado, para seguir profundizando en el cambio climático de Panamá de las próximas décadas. Se ha analizado una proyección en particular, pero hay más, y se crearán nuevas, tanto globales como locales.
Queda mucho camino por recorrer. Se debe avanzar primeramente en calidad, haciendo modelos cada vez más exactos y comprensivos de todos los fenómenos físicos que integran la evolución del clima.
En segundo lugar, y no menos importante, en cantidad: cuantos más estudios se hagan sobre esta zona mejor será nuestra comprensión y capacidad de exploración de posibles futuros.
Otra dimensión de avance es el incremento de la resolución espacial, imprescindible para obtener proyecciones climáticas locales, y para nutrir los modelos con orografía y fisiografía de mayor nivel de detalle.
Y por último el incremento de la resolución temporal, que posibilite ir más allá de promedios anuales para poder descubrir impactos a nivel estacional e incluso mensual.
Todos estos avances, y los nuevos datasets que se irán generando, deben ser procesados por especialistas, e integrados en sistemas de información útiles que permitan conocer cada vez mejor el cambio climático que se avecina en Panamá, para desarrollar planes de resiliencia en los sectores socioeconómicos que puedan verse afectados.
[1] En publicaciones futuras explicaremos el significado de esa combinación de letras y números. Anticipamos que el escenario optimista lo es demasiado y ya no se está cumpliendo.
[2] El aumento del nivel del mar no forma parte de las proyecciones de GERICS.
[3] Elegimos 30 años porque es el intervalo de tiempo en el que se calculan los promedios que definen el clima.