Noviembre 2025
La COP30 se celebró en el corazón de la Amazonia brasileña con más de 56.000 asistentes, marcando el décimo aniversario del Acuerdo de París. Bajo la presidencia de Brasil, esta cumbre se posicionó como la COP de la implementación, aunque los resultados mostraron la dificultad de pasar del discurso a la acción.
Bajo la presidencia de André Corrêa do Lago, se discutieron tres temas fundamentales:
Financiamiento: Se logró el acuerdo de movilizar 1,3 billones de dólares anuales para 2035 (NCQG). Sin embargo, la tensión persiste: los países en desarrollo criticaron la alta dependencia de préstamos frente a donaciones.
Adaptación: Se busca definir indicadores claros mediante el trabajo técnico iniciado en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y continuado en Belém.
NDCs (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional): Son los planes climáticos de cada país, que ahora deben ser más ambiciosos.
El triángulo analítico: emisiones, vulnerabilidad y capacidad económica
En ese contexto político y técnico, las negociaciones tienden a separar lo que en realidad está conectado: quién contamina, quién sufre y quién puede pagar. Relacionar emisiones de CO₂, vulnerabilidad climática y PIB per cápita no es un ejercicio académico aislado, sino una forma de leer la COP30 desde la perspectiva de la adaptación, las brechas de ambición y el financiamiento, usando datos para ordenar prioridades y responsabilidades. El análisis que queremos construir parte de un triángulo básico:
1. Emisiones de CO₂: Miden la responsabilidad climática, tanto histórica como actual, asociada al tipo de matriz energética, niveles de consumo y estructura productiva.
2. Vulnerabilidad climática: Agrupa la exposición geográfica a amenazas (inundaciones, sequías, ciclones, subida del nivel del mar), la sensibilidad socioeconómica y la capacidad de adaptación. Es la variable que se intenta medir mejor en la Meta Global de Adaptación, con el esfuerzo técnico UAE–Belém para definir indicadores comparables.
3. PIB per cápita: Además de ser una medida de ingreso, es una aproximación a la capacidad real de financiar adaptación, reconstruir después de desastres y sostener políticas climáticas de largo plazo. El PIB total indica tamaño económico; el PIB per cápita ayuda a entender margen fiscal por persona y nivel de desarrollo.
Estas variables no están unidas por una relación causal simple. La vulnerabilidad está fuertemente condicionada por la geografía y la estructura social; las emisiones dependen del modelo energético y productivo; el PIB per cápita refleja capacidades económicas. Relacionar estas variables no es un ejercicio académico aislado, sino la clave para entender las tensiones vividas en la COP30 sobre las brechas de ambición y el financiamiento.

Eje X (Horizontal): Cuanto más a la derecha, más contamina el país (Emisiones Totales).
Eje Y (Vertical): Cuanto más arriba, más vulnerable es a los desastres.
Tamaño de la burbuja: Representa el tamaño de la población o economía (Se puede observar a China y USA como dominantes).
La vulnerabilidad no se distribuye según la responsabilidad: se distribuye según la geografía y la desigualdad económica
Cuatro perfiles de países en el mapa de Belém
Al ubicar países según emisiones y vulnerabilidad, y añadir el PIB per cápita como tercera dimensión, emergen cuatro perfiles claros. Estas categorías explican por qué no puede haber una sola solución climática.

Las Víctimas Climáticas (Bajo Emisor / Alta Vulnerabilidad)
– Quiénes son: Malawi, Níger, Haití.
– Realidad: Contribuyen poco al problema, pero sufren los peores impactos.
– Su balance tras la cumbre: El acuerdo de 1,3 billones priorizó la inversión, dejando a estos países preocupados por el aumento de la deuda externa frente a la falta de donaciones directas.
Los Laboratorios Verdes (Bajo Emisor / Baja Vulnerabilidad)
– Quiénes son: Países con geografía favorable o economías de servicios.
– Oportunidad: Espacios ideales para probar bioeconomía y atraer inversión en conservación de bosques.
La Encrucijada del Crecimiento (Alto Emisor / Alta Vulnerabilidad)
– Quiénes son: India, Brasil, China (en ciertas regiones).
– Realidad: Se industrializan rápido (más emisiones) y están expuestos a desastres naturales.
– El Resultado: Lograron bloquear lenguajes restrictivos sobre desarrollo, pero enfrentan presión para acelerar su descarbonización sin fondos suficientes.
Los Gigantes Responsables (Alto Emisor / Baja Vulnerabilidad)
– Quiénes son: EE. UU., Europa del Norte.
– Realidad: Tienen recursos para protegerse y alta responsabilidad histórica.
– Su tensión: Se les exige liderar el financiamiento, pero hay resistencia política interna.
La vulnerabilidad climática expone la asimetría del sistema
La vulnerabilidad climática revela una desigualdad que las cifras de emisiones por sí solas no capturan. Países como Bangladesh, Nepal o Mozambique se ubican en el cuadrante más crítico: bajas emisiones totales, baja capacidad económica y alta vulnerabilidad. Son países que casi no contribuyen al problema y, sin embargo, sufren sus impactos con mayor frecuencia y severidad.
En contraste, países con alta capacidad fiscal, como Alemania, Noruega o Canadá, presentan vulnerabilidad mucho menor y recursos suficientes para financiar medidas de protección, reconstrucción y adaptación de largo plazo. La vulnerabilidad, entonces, no se distribuye según la responsabilidad: se distribuye según la geografía y las desigualdades económicas.

El índice clasifica a los países del 1 al 180. Los tonos oscuros (cercanos al 1) indican mayor riesgo y fragilidad, mientras que los tonos claros (cercanos al 180) señalan menor vulnerabilidad.
América Latina: posiciones intermedias que explican la complejidad del desafío
La región latinoamericana aporta casos especialmente útiles para entender estas tensiones.
Panamá y Costa Rica tienen emisiones bajas, vulnerabilidad importante y economías pequeñas. Esto los convierte en escenarios adecuados para pilotos de adaptación que cubran buena parte del territorio nacional, con posibilidades reales de medir impacto y generar modelos replicables.
Colombia se ubica en un perfil intermedio: emisiones totales superiores a las de sus vecinos centroamericanos, vulnerabilidad elevada frente a fenómenos hidrometeorológicos y un PIB per cápita moderado. Requiere soluciones más complejas que Panamá o Costa Rica, pero no dispone del margen fiscal de economías desarrolladas. Por eso es un país clave para proyectos de financiamiento mixto y para estrategias de resiliencia que combinen tecnología, ordenamiento territorial y planificación de infraestructura.
Chile aparece como otro caso relevante: emisiones intermedias, vulnerabilidad climática creciente y capacidad económica mayor que la de otros países de la región. Es un espacio donde la adaptación puede integrarse de manera más técnica y regulada.
De lo conceptual a lo operativo: un mapa de desigualdad climática
Al analizar de manera integrada emisiones totales, emisiones per cápita, vulnerabilidad y PIB per cápita, la desigualdad climática deja de ser un concepto abstracto y se convierte en un mapa operativo. La responsabilidad climática se concentra en un grupo reducido de grandes emisores; la vulnerabilidad recae en países que casi no han contribuido al problema; y la capacidad económica se acumula en países con riesgos relativamente menores.
Las gráficas lo demuestran: el problema no está distribuido de manera simétrica, y la respuesta tampoco debe estarlo. Esta asimetría estructural fue la protagonista de los bloqueos en la COP30.
La adaptación no puede ser una «talla única». El ‘Pacto de Belém’ reconoció parcialmente estas asimetrías en el papel, pero el mecanismo financiero aprobado aún no garantiza la protección total de los vulnerables. Si las reglas de financiamiento no cambian para proteger a los más vulnerables y apoyar la transición de los emergentes, los objetivos climáticos quedarán solo en el papel.
Entender estas asimetrías es fundamental para diseñar políticas públicas, mecanismos de financiamiento, alianzas empresariales y estrategias de implementación que realmente tengan impacto. En el fondo, este análisis permite una conclusión clara: la adaptación no puede pensarse de forma homogénea. Las medidas necesarias, el tipo de financiamiento, el ritmo de implementación y el tipo de soluciones tecnológicas deben ajustarse al perfil de cada país.
Team TWP
